La reciente declaración de Luz María Zapata, directora de Asocapitales, sobre la situación política en Venezuela, ha suscitado un debate en torno a la desconexión que existe entre su optimismo y la dura realidad que enfrentan millones de venezolanos. Mientras millones sufren las consecuencias de un régimen opresor y una crisis humanitaria sin precedentes, sus afirmaciones parecen más un deseo que una propuesta fundamentada.
Luz María Zapata ha manifestado que la presión internacional logrará desplazar a Nicolás Maduro del poder. Sin embargo, su visión optimista ignora la complejidad de un sistema que ha demostrado una resistencia tenaz frente a cualquier intento de cambio. A lo largo de los años, numerosos pronósticos de que el régimen de Maduro se desmoronaría han fracasado. ¿Por qué deberíamos creer ahora que la presión internacional será la solución mágica? Esta creencia simplista minimiza los esfuerzos de quienes, dentro del país, luchan a diario por la libertad y la democracia.
Además, su declaración sobre Edmundo González como el verdadero ganador de las últimas elecciones revela una falta de comprensión de la grave crisis electoral que asola a Venezuela. En un contexto donde las elecciones están plagadas de irregularidades y fraudes evidentes, la insistencia en considerar a González como un ganador legítimo es, en el mejor de los casos, ingenua. Continuar otorgando credibilidad a procesos electorales manipulados es una falta de respeto a la lucha del pueblo venezolano por un futuro mejor.
Luz María Zapata también ha destacado la generosidad de las ciudades capitales hacia los migrantes venezolanos, un gesto que merece reconocimiento. Sin embargo, ¿es suficiente con palabras de apoyo? La realidad es que estamos al borde de una crisis humanitaria, y las promesas vacías no alimentan ni curan. Las ciudades pueden ofrecer asistencia, pero esto debe ir acompañado de políticas concretas y sostenibles que realmente aborden las necesidades de los migrantes y las comunidades que los acogen.
En lugar de proyectar una confianza infundada y hacer promesas huecas, Luz María Zapata debería centrar sus esfuerzos en buscar soluciones reales. Es crucial que los líderes, como ella, se comprometan con la verdad y la acción, y no se dejen llevar por ilusiones que desvirtúan la gravedad de la situación en Venezuela.
La hora exige un liderazgo comprometido y consciente de las realidades del país. Es imperativo que quienes ocupan posiciones de influencia, como Luz María Zapata, actúen con responsabilidad y se enfoquen en apoyar a aquellos que verdaderamente sufren las consecuencias del régimen de Maduro. Solo así podremos empezar a construir un camino hacia la esperanza y la recuperación.
